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La Primavera

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La  primavera  es una de las cuatro estaciones de las zonas templadas de nuestro planeta, posterior al invierno y anterior al verano. El término  prima  proviene de «primer» y  vera  de «verdor». Astronómicamente, esta estación comienza con el equinoccio de primavera (entre el 20 y el 21 de marzo en el hemisferio norte, y entre el 21 y el 23 de septiembre en el hemisferio sur), y termina con el  solsticio  de verano (alrededor del 21 de junio en el hemisferio norte y el 21 de diciembre en el hemisferio sur). En la zona intertropical del hemisferio norte comienza el 21 de marzo hasta el 23 de septiembre. En la zona intertropical del hemisferio sur va desde el 23 de septiembre al 21 de marzo. Hay varias definiciones técnicas de la primavera, pero el uso local del término varía según el clima local, las culturas y costumbres. Cuando es primavera en el hemisferio norte, será otoño en el hemisferio sur. En el equinoccio de primavera, los días son aproximadamente 12 horas de

El Verano

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¡Fueron largos y ardientes los veranos! Estábamos desnudos junto al mar, y el mar aún más desnudo. Con los ojos, y en unos cuerpos ágiles, hacíamos la más dichosa posesión del mundo. Nos sonaban las voces encendidas de luna, y era la vida cálida y violenta, ingratos con el sueño transcurríamos. El ritmo tan oscuro de las olas nos abrasaba eternos, y éramos solo tiempo. Se borraban los astros en el amanecer y, con la luz que fría regresaba, furioso y delicado se iniciaba el amor. Hoy parece un engaño que fuésemos felices al modo inmerecido de los dioses. ¡Qué extraña y breve fue la juventud!

El Invierno

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Con la nariz colorada y bufanda de colores, paseo por la calle, dando tiritones. El sol está escondido y el viento silbando. Froto y froto mis manos que se están helando. Los bichitos del barrio hoy no han salido, y en todas las casas hay braseros encendidos ¿Qué es lo que ocurre?, pregunto a mamá. Pues que el invierno ha llegado ya.

El Otoño

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El otoño se acerca con muy poco ruido: apagadas cigarras, unos grillos apenas, defienden el reducto de un verano obstinado en perpetuarse, cuya suntuosa cola aún brilla hacia el oeste. Se diría que aquí no pasa nada, pero un silencio súbito ilumina el prodigio: ha pasado un ángel que se llamaba luz, o fuego, o vida. Y lo perdimos para siempre.

La Playa

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El mar me pertenece lo hago pasar entero entre mis manos ávidas. Lo acaricio le doy la única mirada sencilla que me queda la que aún no han manchado ni el miedo ni la muerte. Mar limpio entre mis dedos goteando esperanzas porque sostiene aún un velamen con brisa. Mar de todos los mares hoy contemplo en su espuma otros mares antiguos: aquel de mi primer contacto con las playas y el de aquellas lecturas codiciosas e incómodas bajo algún tamarindo. y aquel otro del trópico sin huellas de turistas con esa pulpa tierna que ofrece el cocotero. Quiero olvidar aquí lo que sucedió anoche. el mar no tiene culpa. Es dócil, mío, puro, es un lebrel que lame mis plantas mansamente

La Pradera

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La pradera es una bioma cuya vegetación predominante consiste en hierbas y matorrales. El clima es templado, entre semiarido y humedo. Poesia de LA PRADERA La pradera hace que mi alma se llene de paz, una paz intensa y profunda como el hermoso mar, una pradera con su verde limón y el perfume de sus flores, aquellas flores que adornan y embellecen el paisaje, con sus diversos colores, parece como si mi alma estuviera reposando sobre ellas. La alegría que invade mi corazón, es como la alegría de las mariposas que revolotean sobre sus perfumados pétalos. La pradera hace que me olvide del dolor, de la pobreza, de los problemas, son instantes de alegría, de riqueza espiritual, todo es más fácil, mi rostro se ilumina de alegría, mis ojos se deleitan viendo tanta maravilla. Quiero quedarme eternamente en la pradera, hace que crea en Dios, que verdaderamente existe que el me ama y alivia mi dolor, alimenta mi alma con su a

Paisaje Polar (Antártida)

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ALLÍ termina todo y no termina: allí comienza todo: se despiden los ríos en el hielo, el aire se ha casado con la nieve, no hay calles ni caballos y el único edificio lo construyó la piedra. Nadie habita el castillo ni las almas perdidas que frío y viento frío amedrentaron: es sola allí la soledad del mundo, y por eso la piedra se hizo música, elevó sus delgadas estaturas, se levantó para gritar o cantar, pero se quedó muda. Sólo el viento, el látigo del Polo Sur que silba, sólo el vacío blanco y un sonido de pájaro de lluvia sobre el castillo de la soledad.